El cierre de La Estrella de Tucsón
La editora de la publicación en español del Arizona Daily Star comparte su duelo, reflexión y autocrítica.
Lanzamos Tucson Agenda luego de una devastadora ronda de recortes de personal del Arizona Daily Star, en la que algunas personas que interactuaban regularmente con la comunidad tuvieron que irse sin la oportunidad de decir "adiós".
Una de esas personas fue la Editora de Vinculación con la Comunidad Hispana y Editora de La Estrella de Tucsón, Liliana López Ruelas, quien por años se dedicó a hacer crecer La Estrella y construir relaciones con los integrantes de la comunidad de habla hispana.
Además de eliminar el puesto de trabajo de Liliana, los líderes del corporativo al que pertenece el Star también prescindieron de las dos personas de medio tiempo que integraban el equipo, eliminando La Estrella de Tucsón y terminando así con la cobertura de información en español del periódico insignia del sur de Arizona.
Invitamos a Liliana a escribir sobre lo que ha estado haciendo desde entonces, lo que sigue en su vida y a compartir sus ideas sobre el recién creado desierto de noticias en español en Tucson.
Esa mañana del lunes 24 de abril, sabía que si el teléfono sonaba y el número que marcaba era desconocido, el final había llegado.
De cierta forma, el cierre de La Estrella de Tucsón fue para mí como una muerte anunciada. Y los meses siguientes han sido de un duelo reflexivo. De autocrítica e introspección.
Fui muy afortunada de recibir cariño y apoyo de familia, amigos y colegas. Tenía opciones. Pero los llamados “latinos” en Tucsón, personas en su mayoría de raíces mexicanas, no. La única publicación impresa y digital local en español comprometida con el periodismo había sido eliminada de un plumazo.
No solo perdimos información indispensable quienes éramos lectores de La Estrella, sino que como sociedad perdimos voz, resonancia, luz y reflectores. Muchas organizaciones locales también perdieron una forma confiable de conectarse con nuestra comunidad. Eso sí dolió.
Así es que era tiempo de hacer una pausa y reflexionar. El cambio venía cargado de información. Algo o mucho de nuestro trabajo lo estábamos haciendo mal. No era por ahí.
La Estrella de Tucsón, un producto del Arizona Daily Star, vivió desde octubre de 2004 y sobrevivió a la crisis de 2009, a la pandemia de 2020 y a los profundos cambios en el negocio y la práctica del periodismo que constantemente restringían nuestra sala de redacción. Por los últimos 10 años, no se invirtió en más de dos puestos de trabajo de tiempo completo para La Estrella, y por un par de años -incluido el 2020- hubo solo uno.
Con el apoyo y sensibilidad de líderes y periodistas del Star, habíamos logrado en los últimos dos años añadir una posición de tiempo completo a La Estrella, dedicar más tiempo a escuchar a nuestra comunidad, producir más contenido original y crear un innovador boletín de audio que entregábamos a través de WhatsApp y mensajes de texto.
Entonces, ¿qué pasó? Mi conclusión es que industria, periodismo y audiencia nos hemos transformado y nos ha costado mucho entenderlo y adecuarnos a los cambios, especialmente si se trabaja desde los intereses económicos de un corporativo.
Se me vienen a la mente algunas consideraciones en ese sentido:
El cierre de periódicos es constante y creciente en el país. Para 2025, 1 de cada 3 periódicos impresos que había en 2005 habrá cerrado, según un estudio de la Universidad Northwestern.
Esta industria sigue reservando la inmensa mayoría de los puestos directivos de sus medios para hombres blancos y pagando a las periodistas latinas sueldos muy por debajo del promedio.
Los grandes medios no invierten lo suficiente en conocer y reconocer la grandeza, diversidad y evolución de la comunidad latina. La audiencia del 2023 no es la misma que la del 2005. Ni siquiera habla ya el mismo idioma.
¿Cómo se explica que un medio aniquile publicaciones para la comunidad hispana sin reemplazarlas por otro producto, cuando en conjunto los latinos generamos 2.8 billones de dólares en 2020 en Estados Unidos y vamos en camino a representar el 25% de la población en 2060?
Es común que medios y periodistas hispanos entremos en el juego de americanizar a nuestra comunidad, intentando cubrir con historias de tacos y aguacates lo que debiera ser una cobertura consciente de nuestra heterogeneidad, riqueza y necesidades. Yo misma he traducido al español notas en las que un autor americano describe qué es un tamal y muchas más de información esencial en las que damos por hecho que nuestros lectores entienden de qué estamos hablando.
Diré algo sumamente impopular (quizá me lluevan tomates): Un sector grande de nuestra comunidad tampoco quiere o puede invertir en medios de calidad; no queremos leer ni discernir si una fuente es confiable o no (lo replicamos todo con un clic).
Seguimos pensando que los latinos vivimos todos en dos o tres códigos postales, tenemos el mismo tipo de trabajo e intereses similares, aun cuando en Tucson pronto seremos la mitad de la población.

Lo sé, esta lista es parcial, simplista y generaliza efectos sin atender las causas. La hago y la comparto porque es parte de mi ejercicio de reflexión.
Lo cuestionaba mi colega y amiga Mariana Alvarado -a quien conocí en Tucsón hace más de 12 años- en la reciente convención de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos en julio.
“Queremos más hispanos en los medios, pero ¿en cuáles medios? ¿En los americanos?”
Y yo agregaría, ¿y en qué puestos?
Me parece que es momento de mirar hacia adentro, como lo está haciendo un grupo minoritario pero creciente y aguerrido de periodistas ahora independientes en Estados Unidos.

El periodismo comunitario, hiper local y centrado en las necesidades de la gente va en auge y está siendo más efectivo en proporcionar información que mueve a la acción ciudadana, facilita mejores condiciones de vida a sus usuarios y echa luz tanto a las desigualdades sociales como a los muchos matices y riquezas de esta comunidad heterogénea. Y lo está haciendo en gran medida por canales alternos que facilitan el diálogo con la comunidad, como WhatsApp, mensajes de texto y boletines por correo electrónico.
Muestras de ello son precisamente Tucson Agenda y Arizona Agenda, junto con otros proyectos locales como Arizona Luminaria y Conecta Arizona, un medio creado en Phoenix por la periodista mexicana Maritza Félix.
“Los medios de comunicación comunitarios e independientes nos hemos convertido en pequeñas luciérnagas de la democracia cuando se apagan las luces de las grandes corporaciones que dejan de invertir en el periodismo local,” escribió recientemente Maritza en una columna para Prensa Arizona.
Otros referentes importantes de este tipo de periodismo centrado en escuchar a su audiencia, facilitarle la toma de decisiones cotidianas y proporcionarle información útil son Documented en Nueva York; El Tímpano en California, y Enlace Latino en Carolina del Norte, por citar algunos. Los podcasts de alcance nacional Radio Ambulante y Latino USA tienen una influencia muy importante desde hace tiempo.
Estos medios, igual que muchos otros sin fines de lucro, han sido fundados en su mayoría por mujeres que antes pasaron por grandes empresas.
Después de casi 4 meses de aquella llamada, estoy lista para continuar la reflexión, la autocrítica y el aprendizaje desde una nueva trinchera como estudiante de la maestría de Periodismo Bilingüe de la Universidad de Arizona, un programa creado por Jessica Retis, otra latina que está influenciando el periodismo hispano en Estados Unidos.
Me es difícil por ahora decir exactamente cómo y desde dónde contribuiré a escribir un nuevo capítulo del periodismo al servicio de mi comunidad, solo puedo afirmar que así será.
Es característica de las estrellas emitir luz propia, una luz que ilumine a sus comunidades. Es mi objetivo, también, emitir una luz que permita a mi comunidad brillar un poco más.